Después de mucho andar para alcanzar consensos y avances, se puede lograr la remisión de la artritis psoriásica (APs) con tratamientos donde intervienen los pacientes en las decisiones y objetivos terapéuticos.
Se trata de la modalidad de tratamiento por objetivos, conocida como treat-to-target (T2T), aplicando guías elaboradas por grupos de expertos con la participación de pacientes.
“Se conversa, se los escucha y trabajamos en conjunto para llegar a una decisión compartida sobre el manejo de la enfermedad, hablando de los pros y contras de los fármacos, entre otros aspectos”, explicó Javier Rosa, miembro del Comité de Gobierno de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR).
El objetivo ideal es la remisión de la enfermedad, es decir, la ausencia de actividad inflamatoria y el control de síntomas como dolor articular, cansancio y rigidez.
Cuando ese objetivo no es posible, se pautan con el paciente otras metas de acuerdo con sus posibilidades y se toma una decisión compartida que apunta al control de la actividad inflamatoria. Aquí lo importante, es poder modificar el tratamiento de manera consensuada.
Un 30 por ciento de pacientes con esa enfermedad desarrolla artritis psoriásica.
Las manifestaciones en la piel son una señal a tener en cuenta para evaluar si también está presente la artritis psoriásica, y siempre el diagnóstico precoz permite poner en marcha el tratamiento adecuado para evitar problemas complejos.
El reumatólogo aclaró: “En el tratamiento por objetivos, se fija una meta y vamos midiendo objetivamente a los pacientes y evaluándolos por periodos de 3 a 6 meses y se ajusta si no se logra la meta establecida, ya que la actividad inflamatoria puede seguir en alta, moderada o baja actividad”.
La artritis psoriásica es una patología autoinmune y crónica, que involucra a la reumatología y dermatología y afecta por igual a hombres y mujeres. Puede darse en cualquier momento de la vida – los niños también la padecen- pero el pico de presentación es entre los 30 y 50 años.
Cuando el propio sistema inmunitario falla y ataca células y tejidos normales, produce inflamación y puede afectar a varios órganos: musculoesquelético, articular, piel y uñas, entre otros.
“Por eso decimos que es una enfermedad compleja, en el sentido que, para poder definir la remisión, la ausencia de síntomas, o el nivel de actividad de la enfermedad, tenemos que considerar distintas escalas que buscan objetivar el estado del paciente”, precisa Javier Rosa, quien se desempeña como Jefe de la Sección Reumatología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
La psoriasis precede a la artritis psoriásica en el 80 a 90 por ciento de los casos. “Los síntomas casi siempre comienzan por la piel y uñas y eso facilita que las personas consulten ante la evidencia de un problema cutáneo”, señala el especialista.
A su vez, este diagnóstico se tiene en cuenta para estudiar la probabilidad de que se desarrolle también la artritis. De todos modos, tener psoriasis no implica padecer artritis.
“En cualquier caso, el diagnóstico temprano permite comenzar con el tratamiento rápido, con articulaciones sin daño y por lo tanto, tiene un mejor pronóstico”, remarcó.
Se considera diagnóstico temprano el que se realiza dentro de los dos años de comenzados los síntomas.
Si la enfermedad combina las dos patologías en una sola, en muchos casos el tratamiento está conducido por reumatólogos y dermatólogos.
“De hecho, hay centros asistenciales que cuentan con consultorios específicos de ambas especialidades y eso ayuda a un mejor y más temprano diagnóstico”, agregó.
En cuanto al tratamiento, en artritis psoriásica no se usan prácticamente corticoides, pero en cambio, se administran las llamadas “drogas modificadoras de la enfermedad”, explicó Javier Rosa. Esos medicamentos son inmunomoduladores, algunos convencionales y otros biológicos.