Mario Levrero fue autor de crucigramas, librero y guionista pero lo conocemos por una obra original y rupturista que se fue editando de manera dispersa y que, a 18 años de su muerte, está siendo presentada con proyección internacional y trae nuevas reediciones, la más reciente es “La máquina de pensar en Gladys”, su primer libro de cuentos, antes lo fue “La novela luminosa” que tuvo una reimpresión a cargo de Penguin Random House y que promete para este año una nueva edición de “El discurso vacío”.
En el prólogo fechado en 1995, Levrero (Montevideo 1940-2004) dice que “La máquina de pensar en Gladys”, ahora en librerías gracias a la editorial Criatura, fue durante casi 25 años “un libro más bien inexistente, que se publicó en diciembre de 1970, pocos días después de ‘La Ciudad’, novela que había merecido una mención del semanario Marcha y que, tal vez por eso mismo, tuvo un poco de mejor suerte”.
Julia Ortiz, editora de Criatura, cuenta a Télam que no se trata del primer libro de Jorge Mario Varlotta Levrero que publican, ya que en 2012, a pocos meses de lanzar el sello, difundieron “Nuestro iglú en el Ártico” (2012), una selección de cuentos que curó el escritor y abogado Ricardo Strafacce.
Es un autor que los acompaña “casi desde el principio”: “Nuestra idea era tenerlo en el catálogo, que intenta publicar nuevas voces de la literatura nacional, pero sin desconocer a los referentes, los vínculos con las generaciones consagradas de fines del siglo XX, y me refiero a Levrero pero también a Roberto Appratto, a Alicia Migdal o Leo Maslíah, por ejemplo”, explica Ortiz.
También son los responsables de “Irrupciones” (2013), que, según cuenta, “eran textos de corte más periodístico y que estaban agotados hacía tiempo”; de “Historietas reunidas de Jorge Varlotta”, con ilustraciones de Lizán (2016); y “Manual de parapsicología” (2019), al que describe como “un manual, sin nada de ficción, aunque relacionado con su ficción, según se sugiere en prólogo”.
“Confiamos en poder seguir publicando a este autor fundamental de la escena literaria uruguaya, la idea es que toda su obra esté a disposición del público lector”, señala Ortiz quien considera que “el reconocimiento a Levrero llegó quizás tarde en su vida y sin duda cobró enormes dimensiones con la publicación póstuma de ‘La novela luminosa’, pero asegura que ese interés todavía está creciendo, “saliendo de los límites del autor de culto que siempre fue para alcanzar cada vez más lectores y lectoras”.
Si hay que pensar en los editores que impulsaron la publicación de la obra del uruguayo está Elvio Gandolfo. Para el también escritor, el reconocimiento no fue tan póstumo entre colegas y en relación a los premios obtenidos. “En el caso de Levrero, su época final de textos autobiográficos calzó como anillo al dedo en la puesta de moda de los ‘textos del yo’, en especial su último y extenso libro ‘La novela luminosa'”, apunta.
A este reciente libro reeditado, “La máquina de pensar en Gladys”, Gandolfo lo define como “uno de los más equilibrados y mejor construidos de la literatura latinoamericana”. “Su grueso volumen de cuentos completos, por otra parte, le habría ganado un buen reconocimiento, incluso sin las novelas”, remarca.
Antes de morir, en agosto de 2004, Levrero nombró como albaceas de su obra a su exesposa Alicia Hoppe y a su hijo Juan Ignacio Fernández. Con ellos, el escritor uruguayo compartió varios años de su vida y a él lo consideraba su tercer hijo. Tenía dos anteriores: Carla y Nicolás.
“Jorge decía: ‘te vas a clavar, eso no vale la pena’. Él creía que el mundo iba a encontrar su obra y se iba a traducir y difundir”, cuenta Fernández sobre la tarea encomendada a su madre por Levrero. Durante la charla con Télam, el cineasta, director de “Las flores de mi familia” y “Retrato de mi padre”, se refiere al escritor como Jorge -su primer nombre- y relata cómo fue el recorrido emprendido con su madre para publicar una obra más allá de Uruguay.
Fernández cuenta que “Jorge pensaba que eso iba a suceder por eso llevó adelante su archivo de una manera ordenadísima. El escaneo de ese archivo enorme lo hizo la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República. Ese proceso demoró años y estaba todo ordenado muy prolijamente: manuscritos, cartas, dibujos”.
Mientras se establecía ese orden, el autor había llegado a conversar si le publicaban “La novela luminosa” con la editorial Trilce. “Se la querían publicar en dos partes y él no quería. Eso quedó en la nada. En 2005 ‘La novela luminosa’ sale en Uruguay. Le fue bien, ganó el premio Bartolomé Hidalgo como obra póstuma”, detalla Fernández sobre el inicio de un itinerario en el que junto a su madre se entrevistaron con responsables de distintos sellos para concretar la difusión de esos libros hoy en manos de una comunidad lectora que funciona como red activa de recomendaciones.
En ese desafío de encontrar editoriales, la llegada de la agente literaria Claudia Bernaldo de Quirós descomprimió las responsabilidades de Alicia y Juan Ignacio y le dio impronta más profesional al circuito de publicaciones de Levrero que hoy cuenta con ediciones en Francia, Holanda, Dinamarca, Turquía, Israel, Brasil, China y Japón. “No nos dejamos de sorprender”, dice el cineasta y docente que junto a su madre médica incursionó en el universo editorial con esta tarea.
“Como muchos de los grandes autores, la literatura de Levrero no estaba atada a su tiempo, y por eso es fácil reencontrarse con él 50 años después de su primera publicación sin que su voz suene poco contemporánea”, advierte Ortiz.
FUENTE TELAM