Hasta hace unos años en Argentina nos manejamos con una clasificación de cosechadoras diseñada en los años 1991/1992 por el Proyecto de Eficiencia de Cosecha del INTA –“INTA PROPECO”-, que contemplaba varios factores aditivos que definían las prestaciones y capacidad de las cosechadoras en cada uno de los cultivos considerados: trigo, soja, maíz, girasol y sorgo.
La misma se dividía en 9 grupos y tenía en cuenta el ancho del cabezal (con barra flexible), la potencia del motor, el año de fabricación (porque se incluían todas las máquinas usadas) y el ancho de cilindro; cuando la cosechadora no se ubicaba exactamente en un grupo se tenía en cuenta si la misma poseía transmisión hidrostática y también se consideraba el diámetro del cilindro y ángulo de envoltura del cóncavo.
Para aclarar el tema de las clasificaciones de las cosechadoras y manejar el mismo código e idioma técnico internacional, el INTA propone la siguiente clasificación de las cosechadoras del mercado, que no tiene en cuenta otra cosa más que la potencia del motor y como la clasificación es americana, no habla en caballos vapor (CV), sino en HP (1 HP = 1,014 CV = 0,746 KW).
Es pertinente aclarar que la potencia del motor tomada para la clasificación es la potencia máxima continua del motor especificado por el fabricante y no la potencia puntual (sobre potencia electrónica), que muchos motores actuales entregan para superar sobrecargas específicas como la descarga de granos.
Como se observa en el cuadro anterior, el análisis indica que los modelos más vendidos son los que se encuentran en la Clase 7, rango que se viene afianzando desde hace 3 años como la de mayor venta de cosechadoras y que junto a la Clase 6 representan el 70% del mercado. Se acentúa la tendencia hacia máquinas de mayor potencia y mayor capacidad operativa dado que también se puede apreciar un crecimiento muy importante en los últimos años, donde las Clases 8, 9 y 10 ocupan un nicho de mercado que actualmente supera el 20% y que está en continuo ascenso.
Para entender los lineamientos que sigue el mercado es importante aclarar que en el año 2005, las cosechadoras Clases 4 y 5 eran las de mayor venta -actualmente con una participación decreciente-, mientras que las de Clase 8 y 9 no se conocían. Las últimas presentaciones a nivel mundial son de máquinas que superan ampliamente los 500 CV de potencia, lo que indica la tendencia hacia maxi-cosechadoras Clase 10.
Un punto relevante en este mercado en cuanto al tamaño de las cosechadoras es que venimos de tres años complejos por el clima (2015, 2016 y 2017), caracterizados por falta de piso que complicó la logística y el ingreso a los lotes, sumado a que las altas frecuencias de precipitaciones en los meses de abril y mayo (cosecha de soja) disminuyó la ventana óptima de trilla, ingresando en algunas ocasiones a lotes muy susceptibles al desgrane.
Esta situación provocó que algunos productores se vuelvan a volcar a la adquisición de cosechadoras más pequeñas. Si bien todavía es un porcentaje menor, en 2018 las máquinas Clase 5, de entre 215 y 277 HP, axiales o híbridas, livianas y con un paquete tecnológico estándar van a incrementar de manera significativa su participación en el mercado respecto a lo que se viene evidenciando en los últimos años.
Respecto a los sistemas de trilla y separación, el mercado de cosechadoras en Argentina está dominado totalmente por los sistemas axiales, complementados por sistemas mixtos con trilla convencional y separación axial (nicho importante), entre los cuales constituyen el 85% de las ventas.
Se destaca la aparición en los últimos años de varios modelos Clase 5, tradicionalmente con sistema de trilla convencional y sacapajas, que han sufrido un restyling y actualización, y que ahora se ofrecen con trilla radial pero con sistema de separación axial compuesto por dos rotores longitudinales y que buscan captar como principal usuario a productores con un precio que ronda los U$S 300.000.
La evolución del mercado de cosechadoras en Argentina tiene correlación directa con la evolución de la renta del sector y con el aumento de la producción de grano que pasó de 38 M/t en el año 1990, a 60 M/t en el 1999, en el 2010 con 95 M/t y en el 2017 la producción fue de 125 M/t.