Micrometeorología: el clima bajo la lupa

El estudio de las interrelaciones entre la superficie y la atmósfera a una escala espacial y temporal pequeña resulta fundamental para entender el impacto del clima en las actividades humanas y la vida en la Tierra. El INTA realiza diferentes análisis experimentales para conocer el potencial de su aplicación en el agro.

La atmósfera y los fenómenos que tienen lugar en ella juegan un papel de gran relevancia en relación a la vida en el planeta, por ello el hombre siempre ha estado interesado en su estudio.

Los fenómenos meteorológicos pueden clasificarse según su duración y extensión espacial. Es de esta manera que los estudios desarrollados en meteorología y climatología abarcan las siguientes escalas: microescala (micrometeorología), mesoescala (tormentas, brisa de mar y tierra), escala sinóptica (frentes, ciclones) y escala planetaria (clima regional, circulación general de la atmosfera y el océano).

Todos estos fenómenos en sus diversas escalas se relacionan con la actividad agropecuaria. Sin embargo, los mecanismos por los cuales el ambiente interactúa con los seres vivos son esencialmente de corta duración en el tiempo y una extensión horizontal y vertical menor.

Natalia Tonti, investigadora y docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (DCAO) de la Facultad de Ciencias de Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN – UBA), afirmó que van “desde micrometeorología que son los fenómenos que se dan en las escalas más cortas de tiempo (fenómenos de hasta una hora), y en el espacio del orden de un kilómetro, hasta el otro extremo de lo que estudia la meteorología que es la climatología, que es algo que está más difundido, que tiene que ver con el promedio de las variables meteorológicas en una región”.

La micrometeorología tiene que ver con fenómenos de interacción entre la superficie y los primeros metros o kilómetros de la atmósfera. “Se trabaja siempre dentro de la capa límite, que es la capa de la atmósfera que está muy influenciada por la superficie y que es básicamente donde se realizan casi todas las actividades humanas”, indicó Tonti.

La capa límite en la vertical puede estar entre 300 metros de noche, varía a lo largo del día y de las estaciones. En invierno y de noche son capas mucho más bajas, y en verano y de día son capas más altas que pueden llegar hasta los 3 kilómetros.

El estado del fluido es turbulento, lo que hace que la transferencia de intercambios de la superficie con la atmósfera suceda muy rápidamente, porque si no existiese la turbulencia, el mecanismo sería tan lento que no podría haber vida.

De acuerdo con la especialista, “las escalas más grandes que se ocupan de las capas más altas de la atmósfera tienen un comportamiento del aire muy diferente al de la capa límite”. Esa interacción tiene que ver con que tanto el tiempo depende mucho de cuál es la superficie sobre la que está el aire. Citó como ejemplo una ciudad muy desarrollada, un pastizal extenso, una zona agrícola o ganadera, y a partir de ello cómo se puede pensar en diferentes tipos de manejo.

Hay estudios donde se puede observar diferencias en variables meteorológicas según el tipo de cultivo. Dentro de estas variables o fenómenos se encuentran por ejemplo los flujos de calor como la evapotranspiración y cómo se transmite el calor desde la superficie hacia la atmósfera y viceversa, según el momento del día. Lo mismo ocurre con los flujos de agua, y flujos de gases como dióxido de carbono y metano. “El conocimiento de estas variables según el tipo de manejo que se haga puede ser importante para decidir con más herramientas”, aseguró Tonti.

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