La difusión de un video íntimo, la viralización de una foto no consentida o la descalificación de determinadas corporalidades en un foro forman parte del mapa de la violencia de género digital en la Argentina. Mientras el Congreso se prepara para debatir la ley Olimpia, el mundo on line puede ser más brutal que el real.
La circulación indiscriminada de fotos y videos a través de las redes sociales, la multiplicación de “escenas de la vida cotidiana” en apps y páginas web y la tendencia a la evaporación de las fronteras entre lo público y lo privado confluyen en una nueva forma de agresión contra las mujeres: la violencia digital.
“Las consecuencias de la violencia digital son iguales o peores que en el ámbito analógico, ya que multiplican sus efectos: con un solo clic un video íntimo puede llegar a millones de usuarios en un segundo. El efecto puede ser mucho más potente que en el mundo real”, advierte a Télam la abogada y especialista en cibercrimen y violencia digital Florencia Zerda.
La experta forma parte del colectivo Género y TIC (Gentic), organización que junto a Ley Olimpia Argentina y la legisladora Mónica Macha (Frente de Todos) elaboraron la denominada ley Olimpia, que acaba de tener dictamen de comisión en la Cámara de Diputados.
Según el informe “Corazones verdes”, donde Amnistía Internacional releva agresiones virtuales durante el debate sobre el aborto nuestro país, una de cada tres mujeres en la Argentina sufren violencia de género digital.
Algo más que una definición
Según organismos multilaterales como ONU Mujeres, la violencia de género digital es la que se ejerce a través de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Se basa en una relación desigual de poder entre varones y mujeres, y está presente en las formas que asume la violencia de género física, psicológica o sexual.
Este tipo de violencia no es uniforme sino que adquiere diferentes modalidades. La más conocida es la difusión no consentida de material íntimo. Sin embargo, Zerda detalla que hay “más de quince formas de violencia virtual”.
Entre ellas, la difusión no consensuada de material íntimo, el acoso virtual, la extorsión, la suplantación de identidad, los accesos no autorizados a dispositivos y redes sociales, los discursos de odio en línea, la difusión no consentida de datos personales y el ciberflashing (el envío no consentido de imágenes de desnudez).
Pero la dinámica del desarrollo de las nuevas tecnológías digitales hace que no terminen allí, ya que “van surgiendo nuevas formas de violencia y se van aggiornando, ya que en las TICs aparecen formas originales de violentar a las personas”, detalla Zerda.
Es que la violencia digital se despliega a través de todo el espectro de las tecnologías la información y la comunicación, desde las redes sociales, apps de mensajería instantánea, páginas web y foros hasta sitios como Taringa o 4chan, blogs, apps de citas y páginas donde se consume pornografía, las que, según la experta, “están llenas de videos de mujeres que se han subido sin su consentimiento”.
FUENTE TELAM