“Clarice Lispector se ha convertido en una figura pop de la literatura”

La investigadora Florencia Garramuño explica cómo la escritora brasileña pasó de ser “de culto” a tener una influencia decisiva en la cultura popular contemporánea.

A Florencia Garramuño no le gustó Clarice Lispector la primera vez que la leyó. Promediaban los 80, ella tenía 21 y cursaba como estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Empezó por su libro más famoso, Agua Viva, después leyó algunos cuentos más. Al tiempo, se mudó a Estados Unidos, hizo su doctorado –en la Universidad de Princeton– y consiguió un cargo para enseñar literatura y cultura brasileña, cargo que, por esas vueltas de la vida, la obligó a releer a la autora.

Ahí sucedió el flechazo: Garramuño se fascinó al leerla en portugués, tanto que como investigadora independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) terminó especializándose en la escritura de Lispector. “Creo que la primera vez que la leí no la entendí –dice–. Y también creo que lo que no me gustó fue la traducción. Porque fue distinto leerla en su lengua original”.

Lispector, que vivió entre los 20 y los 70, fue una escritora brasileña que se salió del canon literario de su época. En Agua Viva, como en el resto de sus libros, se puede ver la huella de su escritura “rara”, porque en sus páginas deja la estela del fluir de su conciencia y traza agudas reflexiones sobre pequeños descubrimientos cotidianos, conflictos internos, hasta sobre el propio misterio de la vida. Lo hace en prosa poética, desde una voz femenina llena de digresiones, apelando a colores, olores y sensaciones a través de los que asienta su escritura inclasificable, que fluctúa entre los géneros de la epístola, el diario íntimo y la novela. Esa escritura extraña la hizo erigirse casi como de culto, más respetada por las nuevas generaciones de escritores que por sus contemporáneos.

“Es un libro que amo –dice Garramuño sobre Agua Viva–, hoy me parece su texto más maravilloso”.  De hecho, en 2008, la investigadora –que además es traductora de textos- terminó haciendo su propia traducción de Agua Viva del portugués al castellano, que salió publicada por editorial El cuenco de Plata“Me acuerdo del día que me llamaron para pedirme que lo traduzca… ¡no lo podía creer! Fue precioso. Un momento muy hermoso para mí”.

En su último paper publicado, Garramuño postula que fue a partir de fines de los años 70 que la escritura de Lispector dejó de ser para unos pocos y se diseminó internacionalmente, hasta que se convirtió en una figura popular para el mundo de la literatura y para la cultura en general. “Hoy Clarice es una joya rara que levanta fanatismos dignos –casi– de una estrella pop”, señala en el artículo, y se pregunta, “¿en qué sentido la influencia de Clarice se hace sentir en otros escritores, de qué modo esa escritura impacta en la literatura contemporánea? ¿Por qué la cultura contemporánea ama a Clarice Lispector?”. La respuesta es, también, la razón por la que Garramuño se fascinó tanto con Lispector: porque el espíritu libre de su escritura la erigió como parte de la refundación de la literatura.

 

 

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