Expertos de la CNEA trabajan con radiación gamma para esterilizar machos del insecto y reducir la población del vector.
Ante la fuerte propagación que se produjo esta temporada —y el problema de salud pública que esto significa—, las técnicas en las que vienen trabajando científicos de Argentina y de otras partes del mundo para hacer que los mosquitos se vuelvan estériles podría ser una alternativa para evitar casos de dengue.
El concepto de la técnica del insecto estéril fue del entomólogo estadounidense Edward F. Knipling. Se utilizó por primera vez para el control de la población del gusano barrenador del ganado en la década de 1950. Desde entonces, se la usó como parte del manejo para contener, prevenir e incluso erradicar localmente poblaciones de insectos plaga y vectores de enfermedades.
En la Argentina, se la viene usando para el control de la mosca de la fruta en islas ecológicas, como los oasis productivos de Mendoza y San Juan. Desde 2016, en la Comisión Nacional de Energía Atómica de la Argentina (CNEA), se investiga el uso de la técnica del insecto estéril contra los mosquitos.
El plan de ese grupo de investigación es criar mosquitos en el laboratorio, seleccionar solo a los mosquitos machos, y luego esterilizarlos con radiación Gamma. Si se liberaran en un sitio, esos mosquitos copularían con hembras salvajes y no producirían descendencia. “Con cada liberación de mosquitos estériles, podría reducir un 10% la población de los mosquitos salvajes”, estimó Malter Terrada.
La bióloga Marianela García Alba y otros colegas del Centro Atómico Ezeiza trabajaron en la liberación de los 4.328 mosquitos machos. Se logró un nivel de esterilidad del 99% durante el estado de pupa del mosquito, y luego fueron marcados con un polvo fluorescente. Luego, esos mosquitos fueron recapturados en 23 trampas durante 15 días. “Se esterilizan mediante el uso de energías ionizantes y estos machos estériles al ser liberados al campo y al encontrarse con una hembra salvaje la descendencia producida no es viable”, explicó García Alba. “De esta manera, mediante liberaciones sucesivas de estos machos, logramos reducir la población de nuestro mosquito vector”, agregó.
“La experiencia nos sirvió para tener datos sobre la distancia de dispersión de los mosquitos y para confirmar que tienen la misma expectativa de vida que los insectos a los cuales no se les aplica la irradiación”, señaló la científica Malter Terrada. Los biólogos de la CNEA están esterilizando 10.000 machos por semana y pretenden aumentar el número a 500.000. Esperan liberar el primer lote de machos esterilizados en noviembre. “Para llevar a cabo una prueba piloto se necesita la autorización de los municipios y que se haga una campaña de comunicación con la sociedad para que no se generen mitos ni alarmas innecesarias”, comentó Malter Terrada.
“La técnica del insecto estéril no se plantea como la única alternativa para el control de los mosquitos. Consideramos que debe ser un complemento del descacharrado que las personas deben realizar para eliminar los criaderos de mosquitos en sus hogares y zonas cercanas”, afirmó la investigadora de CNEA.
Sylvia Fischer, del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet, advirtió el riesgo de que la implementación de la técnica erosione la posibilidad de que se realice una estrategia efectiva de prevención que permita trabajar sobre el conocimiento y las actitudes para que las personas puedan cambiar sus comportamiento para que eliminen los criaderos de mosquitos en sus hogares. “Las personas podrían creer que con la técnica ya basta y que ellas no tienen nada que hacer para la prevención del dengue”, señaló. “Las poblaciones de mosquitos han estado aumentando en ciudades como Buenos Aires. Es clave que se considere al control de las poblaciones como una prioridad de la sociedad, pero la técnica del insecto estéril no debería considerarse como la solución al problema”, resumió.