Hacia una economía verde que potencie al productor nacional

Cada vez más se escucha hablar de la importancia del cuidado del medioambiente y del uso responsable de los recursos naturales como la manera en que las industrias deben operar. Los mercados del mundo exigen prácticas sustentables; al mismo tiempo que reconocen y valoran a quienes puedan acreditarlas. Es por eso que a nivel mundial el foco hoy está puesto en “economías verdes” que promuevan la verificación de dichas prácticas para que los incentivos y financiamientos internacionales se destinen a las empresas que efectivamente puedan garantizarlas.

Por Marcos Botta, Co-Founder y CIO (chief innovation officer) de ucrop.it

Se espera que el Estado genere y propicie oportunidades para que las industrias incorporen la sustentabilidad como el eje de cualquier negocio que busca ser rentable. Del sector privado, que ponga manos a la obra y genere nuevos procesos que potencien sus prácticas sustentables. En definitiva, lo que se busca es que ambos unan esfuerzos para promover una economía que combine el desarrollo económico con el cuidado ambiental.

Si bien el gobierno de turno ha dado señales a favor de la creación de una economía verde, como lo hizo con el anuncio del “Plan de Desarrollo Productivo Verde” que prevé la ayuda técnica y financiera a 3500 empresas nacionales de diversos sectores para reconvertir tecnología y hacerlas amigables al medio ambiente, aún es una asignatura pendiente en la cual es importante poner foco. Sobre todo, si se tiene en cuenta que esto permitiría al país posicionarse mejor a nivel internacional y consolidar una marca país que esté alineada con los nuevos requerimientos mundiales que exigen industrias y economías amigables con el medioambiente.

Esta tendencia ha llegado también a la industria alimentaria y la demanda de “alimentos verdes” ha generado un cambio de paradigma en el sector agro. Ya no sólo es necesario elaborar productos y alimentos de la manera más eficiente y competitiva posible para erradicar el hambre, sino que hay que transformar los sucesos agrícolas en prácticas sustentables como la siembra directa, el manejo de los fitosanitarios o la no quema de pastizales.

Si bien existen actualmente “bonos verdes”, no se tiene en cuenta cómo está el ciclo productivo para acceder a esa financiación y determinar cuán sustentable es el productor. Lo mismo sucede con el riesgo climático; hoy el principal riesgo que tiene el mundo es el proceso de deforestación, y demostrar que un cultivo no tuvo impacto en ese nivel, resulta prioritario.  Para eso, todas estas prácticas deben ser registradas; la verificación de prácticas sustentables potencia a la cadena de valor y se imponen, inclusive, a las barreras no arancelarias de un modo muy rápido y muy contundente. Esto es posible, gracias al uso de la tecnología adecuada.

Por todo esto, ya no se puede postergar más la introducción de tecnología para la transformación de los sistemas alimentarios. Si bien el sector agro se caracteriza por la constante incorporación de nuevas tecnologías para ganar eficiencia y competitividad, aún quedan muchas otras áreas en las que es posible y necesario trabajar para dar respuesta frente a la creciente demanda de los consumidores. En este sentido, el uso de la tecnología adecuada que permita la trazabilidad sustentable para la verificación de los cultivos permitirá a los productores acceder a financiamiento a bajo costo y mejores condiciones comerciales; además les permitirá diferenciarse del resto y generar a largo plazo un activo más robusto, por el hecho de tener menos riesgos; lo que a su vez impulsará la producción nacional, lo que se traduce en el ingreso de divisas al país.

Puntualmente en Argentina, un país primariamente agrícola, la trazabilidad de los cultivos resulta fundamental y trae consigo enormes beneficios debido al acceso a financiamientos y tracción de fondos. Existen en nuestro país millones de hectáreas de cultivos que pueden ser potencialmente sustentables; esto quiere decir que existen millones de maneras de contribuir a una economía sostenible, sólo hay que tomar la decisión, y poner manos a la obra.

 

 

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *